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¿Cuántas veces hemos escuchado “estoy decaído, ¡voy a tomarme un complejo vitamínico!” o “voy a tomarme un complemento porque tomo pocas frutas y verduras” o “he leído que este complemento es bueno para…” o “voy a tomarme este suplemento durante el embarazo”?  

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) indica que los Complementos alimenticios se “presentan con la finalidad de complementar la ingesta de nutrientes en la dieta normal”. Consisten en fuentes concentradas de nutrientes o de otras sustancias con efecto nutricional o fisiológico, en forma simple o combinada, comercializados en forma dosificada (cápsulas, pastillas, tabletas, gotas, etc.). 

Por tanto, los complementos no pueden sustituir una dieta equilibrada y adecuada en nutrientes. Pero sí que destaca que “aunque en circunstancias normales una dieta con dichas características proporciona todos los nutrientes necesarios para el desarrollo normal y mantenimiento del organismo sano, las investigaciones realizadas demuestran que esta situación ideal no se da en la práctica para todos los nutrientes, ni para todos los grupos de población”.  

Es por ello por lo que debemos tener en cuenta varios factores como son la situación fisiológica, la situación patológica y el tipo de alimentación, entre otros.  

Dos de las situaciones fisiológicas donde se requiere de complementos son el embarazo y la lactancia. Las necesidades de determinados nutrientes están aumentadas y se hace imprescindible suplementar a la madre con dosis extra de algunas vitaminas y minerales. En el caso de las vitaminas, se destaca la vitamina B9 o ácido fólico y la vitamina B12 y el yodo como mineral. Y sólo si la madre presenta anemia ferropénica diagnosticada se suplementará con hierro. En el periodo de la lactancia se aconsejará continuar con vitamina B9 y yodo.  

En cuanto a las situaciones patológicas, destacamos algunas patologías digestivas donde el tramo del intestino delgado o estómago puede verse afectado y ello provoque déficits de vitaminas y minerales. Esta circunstancia hace que tengamos que valorar de manera individualizada tomar complementos para favorecer una buena ingesta de estos micronutrientes en un momento determinado.  

Y sobre el tipo de alimentación un ejemplo sería llevar una dieta vegetariana o vegana. Según la Academia de Nutrición y Dietética Americana “Las dietas vegetarianas adecuadamente planificadas, incluidas las dietas totalmente vegetarianas o veganas, son saludables, nutricionalmente adecuadas, y pueden proporcionar beneficios para la salud en la prevención y en el tratamiento de ciertas enfermedades y para diversas etapas del ciclo vital, incluido el embarazo, la lactancia, la infancia, la niñez y la adolescencia, así como para los atletas”.  

Para conseguir dicho objetivo, hay que prestar atención a un nutriente, concretamente una vitamina, que sólo se encuentra en alimentos de origen animal y que las personas que deciden llevar esta alimentación tienen que suplementarse y es la vitamina B12. Dicha suplementación se tendrá que comenzar cuando decidimos realizar un cambio en esta alimentación basada en alimentos de origen vegetal, aún tomando lácteos y/o huevos. Se desconoce en qué momento se agotan las reservas y hay que prevenir un déficit que pueden conllevar consecuencias neurológicas irreversibles.  

Otras circunstancias en las que también tendremos que valorar una posible ingesta de complementos alimenticios es cuando hay un déficit que podamos observar en una analítica, como es el caso de la vitamina D por falta de exposición solar o el hierro, presentando anemia ferropénica.  

¿Y qué pasa cuándo tomamos complementos alimenticios porque nos encontramos decaídos o con poca energía? Optamos por complejos vitamínicos mucho de los cuales están compuestos sólo de vitaminas y minerales, micronutrientes que no aportan calorías y que, por tanto, no pueden darnos dicha energía que necesitamos. En este caso, será mucho más interesante incrementar en nuestra alimentación el consumo de frutas y verduras, alimentos ricos en estos nutrientes.  

Ahora que ya sabes qué son los complementos y en qué situaciones sería conveniente o interesante tomar, toma nota de estos consejos antes de tomar cualquier tipo de complemento: 

– Consulta a un profesional sanitario (médico, dietista-nutricionista o farmacéutico).  

– No consumas un complemento alimenticio en dosis superiores a las que se indica en la etiqueta.  

– Revisa que no anuncie propiedades milagrosas.  

– Cómpralos en canales de distribución de alimentos autorizados o en la farmacia.  

– Si no existe una deficiencia, un diagnóstico de una enfermedad, no estás en ninguna situación fisiológica de riesgo, ni llevas una alimentación específica tomar complementos alimenticios podría causar efectos negativos para nuestra salud en lugar de positivos.  

– Un consumo excesivo o que no se respeten las instrucciones de uso puede presentar riesgos para la salud. Que un producto sea natural no significa que sea seguro.  

– Pueden tener efectos en algunas personas y en otras no, pues el proceso de funcionamiento es largo y complejo.  

– Ningún complemento puede cambiar el comportamiento alimentario y siempre tendemos que evaluar cómo son nuestros hábitos alimentarios para mejorarlos y/o cambiarlos.