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En el ámbito laboral existe la paradoja que las personas convivimos la mayor parte de las horas del día con compañeros/as de trabajo y no siempre, el simple hecho de estar juntos físicamente o compartiendo un departamento, favorece el trabajo en equipo. Para que este se produzca se requiere incorporar ciertas prácticas y dinámicas para crear el entorno y la coordinación necesaria. Si no lo hacemos dejaremos la colaboración en manos del azar. Un estudio reciente entre la Universidad Carlos III de Madrid y la Universidad de Zaragoza determina que, a la hora de decidir colaborar con otras personas, la gente no actúa pensando en su beneficio propio, tal y como sostenían algunas tesis previas, sino que influye más el estado de ánimo y la cantidad de individuos que lo hayan hecho anteriormente. Esto nos ayuda a comprender como toman las decisiones las personas, entre decidir colaborar o no en el entorno laboral, y poder identificar las claves para dinamizar equipos de trabajo.

– Estado de ánimo individual. En primer lugar, la influencia del estado de ánimo en la conducta del ser humano es un concepto tan evidente como poco tenido en cuenta. Cuidar el estado de ánimo de todos los miembros de un equipo es una prioridad para conseguir trabajar en equipo, como hemos visto. Preocuparse de que los colaboradores: dedican tiempo a sus descansos y comidas, agradecen, activan cuerpo y mente, separan el problema de la persona, conocen sus emociones… entre otras, será primordial para estén preparados para el aprendizaje y la colaboración. Además, el estado de ánimo requiere de constancia, por tanto, no valdrá hacerlo de vez en cuando, el equipo deberá establecer espacios y sistemas para compartir estas preocupaciones.

– Entornos de confianza. La curva de adopción de la innovación propuesta por Everett Rogers en su libro “Diffusion of Innovations” nos corrobora que la mayoría de personas adoptamos ciertos comportamientos arrastrados por los perfiles más influyentes de nuestro entorno. Cuando conseguimos que la mayoría de personas se comporten de una determinada manera, el resto también lo hace. Por esta razón, si queremos un equipo colaborador, es importante crear un entorno donde todos se sientan protegidos y arropados por sus compañeros. Para ello, deben conocer a la perfección los puntos fuertes de cada uno, determinar roles y saber cómo pueden ayudarse mutuamente. Es decir, fomentar una cultura de confianza dentro de la organización.

– Compartir compromisos. Participar por igual en la toma de decisiones y consensuar los objetivos entre todos miembros del equipo, proporciona la implicación y la responsabilidad necesaria, para el cumplimiento de los planes de acción que se decidan. Cuando la persona, sabe que hacer en todo momento y se compromete con él mismo y con los demás, tiene la sensación que con sus acciones individuales mejora la colectividad. Y es entonces cuando el rendimiento es exponencial.

– Comunicación. Incluso cuando no se comparte el mismo espacio físico compartir ideas y resolver problemas mediante una comunicación clara, transparente y constante entre todas las personas del equipo, es uno de los aspectos más determinantes para que un equipo crezca en buenas dinámicas de trabajo. Actualmente, la tecnología mediante aplicaciones como Trello, Asana, Google, Slack… nos brinda una oportunidad única para mejorar continuamente el feedback del equipo.

– Apoyo. Una conducta fundamental que debe estar presente en un equipo colaborativo, es apoyar al resto de compañeros cuando estén desbordados. Según la prestigiosa Universidad de Harvard brindar ayuda, mostrar empatía y dejar un espacio para la escucha, reforzará el vínculo entre los trabajadores y evitará la desmotivación. Esto combinado con un liderazgo que ‘no pase marrones’ y proporcione las herramientas y los medios necesarios para superar los retos en equipo, hará que la motivación perdure en el tiempo.

– Dinámicas de grupo. Compartir vivencias, juegos o dinámicas fuera del entorno laboral y ser capaces de transferir esas experiencias a los comportamientos que deseamos en el entorno profesional. Desde juegos y dinámicas sencillas, hasta team buildings ó scape rooms más sofisticados, no importa. Este tipo de actividades, sean las que sean, refuerzan la cohesión grupal y el desarrollo de habilidades, comportamientos y recursos para afrontar todo tipo de situaciones como equipo.

Coordinar todas estas variables repercute de manera positiva no sólo en los resultados de la organización sino también en los empleados. Numerosos estudios, entre ellos el elaborado por la comunidad laboral Universia, ha demostrado que dinamizar equipos de trabajo siempre suministra dos beneficios fundamentales a la mejora de resultados: el aumento de la motivación y la adecuación del estrés.  Los momentos difíciles se superan en equipo.

Autor: 

Francesc Porta Nuñez
Master en couching directivo deportivo y psicologia de alto rendimiento
Licenciado en psicologia y postgrado en gestión de Recursos Humanos

Número de colegiado: 26629