4 Min de lectura |

Estrés y motivación son dos elementos de la balanza de nuestra supervivencia que requieren mucha energía, y son la base de nuestra adaptación al medio.

La motivación es la energía que nos mueve a conocer, investigar, descubrir y a hacer las cosas. Es la energía que hace que nos levantemos cada mañana, que elijamos camisa, zapatos o perfume para ir a trabajar o salir con los amigos, es la energía que permite que nos esforcemos por encontrar soluciones a los problemas de nuestro día a día, como ayudar a un cliente o a un amigo con un problema, o tal vez, elegir restaurante para cenar o casa para mudarnos, no importa la envergadura del reto, si mi energía, mi deseo, mi interés, mi motivación, es suficiente, la energía será bien empleada.

Pero no siempre encontramos esa energía positiva, en ocasiones la energía que nos mueve es la del estrés. El estrés generado por el miedo a las consecuencias del no hacer, miedo a perder el trabajo, si pierdo el trabajo me da miedo no encontrar otro, si no encuentro otro trabajo no podré pagar las facturas, si no puedo pagar las facturas, ¿Qué será de mí, de mis hijos, de mi familia…? Haré lo que sea con tal de evitar esa situación.

El miedo es una emoción primaria, necesitamos el miedo para protegernos de potenciales peligros, pero cuando el miedo domina la mayor parte de nuestra vida, lo adaptativo se convierte en dañino y no nos deja evolucionar, necesitamos la libertad, la curiosidad y la motivación para crecer, para investigar, para probar, para crear, para evolucionar.

El equilibrio entre estrés y motivación nos asegurará la conservación de la vida porque nos mantendrá lejos de los peligros o nos ayudará a enfrentarlo y nos mantendrá flexibles y curiosos para el aprendizaje imprescindible que necesitamos para perfeccionarnos y evolucionar.

La respuesta dada por miedo siempre será una respuesta impulsiva, inmediata, sin reflexión, generará insatisfacción y malestar y nos dejará un pensamiento negativo. La respuesta dada por motivación será una respuesta dada desde la reflexión y la creatividad, la sola puesta en marcha de una iniciativa tomada desde la motivación proporcionará una emoción positiva, satisfactoria, generadora de nuevos pensamientos positivos y más creativos que enriquecerán nuestro “muestrario” de posibles futuras respuestas.

La repuesta de miedo nos generará cansancio y agotamiento, mientras que la respuesta por motivación nos generará energía y felicidad.

 Hacer por miedo vs hacer por motivación:

Madrugar

Por miedo: Si no madrugo el trabajo no estará a tiempo y será una chapuza, me reñirán.

Por motivación: Me voy a levantar un poco más temprano para terminar el trabajo, quiero repasarlo y afinarlo, ¡Qué bien me está quedado!

Hacer una propuesta de cambio

Por miedo: Deberíamos cambiar este procedimiento, si lo propongo y no gusta quedaré como una entrometida que no tiene ni idea; si lo propongo y gusta me encargarán que lo haga además de todo lo que ya tengo que hacer, que no me da tiempo a terminar y que finalmente hago mal. Para hacer otra cosa a medias mejor me callo y me quedo como estoy, no propongo el cambio del procedimiento.

Por motivación: Deberíamos cambiar este procedimiento, los clientes estarían más satisfechos, mis compañeros estarían más satisfechos, yo estaría más satisfecha. Lo voy a proponer y organizo el resto de mis tareas habituales para ajustarlas a este cambio. Voy a buscar y proponer algún otro cambio para ajustar de manera realista todas mis tareas, tal vez deje alguna de ellas para más adelante, las delegue o decida no realizarlas.

Cumplir mi horario

Por miedo: Mi horario se acaba dentro de 1 hora, tengo todavía todo esto por hacer. Puedo anular la hora de gimnasio o pedir que alguien vaya a por los niños al colegio y termino cuando termine, total un día más sin salir a mi hora, nadie lo hace y me mirarán mal si lo hago yo, así saco más trabajo adelante.

Por motivación: Mi horario se acaba dentro de 1 hora, tengo todavía todo esto por hacer, voy a ver qué necesita estar terminado antes de marcharme y qué puede ser revisado en otro momento. Voy a concentrarme y sacar el máximo provecho de este tiempo que me queda, voy a echar imaginación y ver cómo agrupo tareas y logro un trabajo eficiente en la hora que aún tengo por delante, necesito salir y desconectar para descansar y abordar mañana el día llena de energía.

Coger el teléfono a un cliente/jefe/familiar habitualmente insatisfecho o agresivo

Por miedo: Cada vez que llama este cliente me abronca, no quiero cogerle más el teléfono, pero no puedo hacer eso, presentará una queja, me aguanto, esta vez no se lo voy a consentir, le abroncare yo primero, tal vez pase, que me chille todo lo que quiera, total, ya tengo callo en la oreja…

Por motivación: Cada vez que llama este cliente me abronca, la próxima vez que llame, voy a tratar de ver cómo podemos resolver los conflictos que se generan, tal vez no estoy entendiendo bien sus necesidades, voy a darle feedback de lo que estoy comprendiendo para asegurarme de que la próxima vez esté muy satisfecho del trabajo. Si algo de lo que necesita no se lo puedo ofrecer, se lo diré antes de generar falsas expectativas. Vamos a construir una nueva forma de relacionarnos.

Parece sencillo sobre el papel, sé que es difícil en la práctica, que sea difícil no significa que no sea posible. Que el esfuerzo de parar, pensar y proponer una vida llena de motivaciones positivas, no te prive de alcanzar una vida más feliz. ¡Desestrésate, Motívate!

Autora: 

Valle Molinero Balseiro
Licenciada en psicologia industrial y experta en programas en gestión del estrés y la ansiedad

Número de colegiado: M- 33177