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Que vivimos en un mundo incierto y vulnerable es una realidad, pero lo cierto es que lo combatimos con una falsa sensación de control sobre nuestras vidas que nos permite estar relativamente tranquilos. Hasta que de repente algo no sale como esperamos y es entonces cuando desesperamos. En el caso de los directivos/as esta percepción es más notoria, y a pesar de que cada persona lo vive de manera diferente, la mayoría no están preparados para afrontar la incertidumbre. Si algo se le pide al liderazgo es tenerlo todo bajo control y dar resultados. Menuda paradoja, cuando en el entorno actual lo único cierto es lo incierto. El psiquiatra austriaco Viktor Emil Frankl en su extraordinario libro “La vida en busca de sentido” nos narra en su experiencia en los campos de concentración nazis, dónde cada día su existencia era una auténtica lotería, que la elección personal de seguir luchando por la vida venía determinada por tener un “porqué”. Las personas que eran capaces de desprenderse de las estructuras mentales aprendidas y no reducían su vida a lo que podían comprender y a lo que les estaba pasando, sino a encontrar su razón por existir, asumían la responsabilidad ante sí mismos, ante los demás y ante la vida. Y esta es precisamente la oportunidad que nos brinda la incertidumbre, el empezar a construirnos a nosotros mismos con unas reglas diferentes de las que hemos utilizado hasta la fecha.

La oportunidad de la incertidumbre, reglas diferentes para nuevas creaciones

Desde la visión del liderazgo saludable la gestión de la incertidumbre empieza por uno mismo. Es el momento de vencer el miedo a lo nuevo, a lo desconocido y arriesgarse a probar cosas diferentes. Nuevas formas de trabajar que Pasen del “yo lo hago siempre así” a preguntar “¿Cómo lo puedo hacer diferente? o “¿Cómo lo harías tú?”. Sabemos que el cuerpo prepara una respuesta de lucha o de huida ante una amenaza y ésta produce cambios físicos y emocionales que pueden dar como resultado el bloqueo o la inacción. Centrar los esfuerzos a que la respuesta conductual a estos cambios sea precisamente la acción nos ayuda a estar abiertos a explorar nuevas formas de liderar y de gestionar. Mantener la mente abierta a ampliar la gama de alternativas que tenemos para afrontar cualquier situación y analizar las probabilidades de los posibles resultados nos ayuda a tener una visión más realista, y lo más importante, a reducir el temor a poner en práctica alguna de ellas. Identificar situaciones y actuar, facilita centrarnos en aquellas acciones que dependen exclusivamente de nosotros, por pequeñas que parezcan. Claro está que para conseguirlo el ego debe pesar menos que la humildad y aceptar que existen diferentes perspectivas sobre una misma realidad. Aprender a actuar en base a probabilidades sin tener la plena certeza de las consecuencias, nos puede mostrar más vulnerables, pero por contra nos permitirá transmitir una visión clara, honesta y transparente a nuestros equipos.

El liderazgo saludable empieza en uno mismo

En todo este proceso la empatía del directivo/a se convierte en la habilidad principal para estar conectado con el entorno, y mediante la compresión del otro transformar situaciones inciertas a situaciones de cambio positivo. El psiquiatra y profesor de la New York University, Luis Rojas Marcos, afirma que numerosas personas que superan adversidades graves no solo vuelven al nivel previo de normalidad, sino que además experimentan cambios positivos. La denominada resiliencia es más fácil desarrollarla en equipo y no sólo depende de las cualidades personales, sino que se ve influida por el dominio de las relaciones que se mantienen con el entorno. Podernos apoyar con personas o profesionales de nuestra confianza ayuda a afrontar incertezas e impulsa la adaptación constante a entornos cambiantes y complejos. No sabemos lo que ignoramos hasta que descubrimos cosas justamente sobre lo que ignoramos y entonces restructuramos lo que sabíamos. Gracias a estas relaciones nos damos cuenta que la única certeza es la incerteza y que esta reestructuración constante va a ser necesaria para afrontar y adaptar nuestros comportamientos. Mantenerse en verdades inamovibles y en prejuicios adquiridos es uno de los principales problemas de muchos empresarios para avanzar en tiempos convulsos.

La empatía del directivo/a se convierte en la habilidad principal para estar conectado con el entorno

Una vez hayamos cultivado esta visión estaremos preparados para gestionar nuestro estrés. Uno de los factores más importantes para afrontar la incertidumbre es tener claro que nos va a generar desequilibrios internos. Es mejor saberlo que ignorarlo o esperar lo contrario. Investigaciones como la publicada Nature Comunications en marzo de 2016 sobre las respuestas al estrés agudo en seres humanos demuestran que el miedo a lo nuevo genera mucho más estrés que saber con certeza que el resultado no será bueno. Esto explica porque es mejor dar una mala noticia que ocultarla. Por tanto, si sabemos que vamos a pasar por este arduo camino es mejor saberlo porque de esta manera estaremos preparados mentalmente para poner en marcha recursos y estrategias para gestionarlo. Y lo que aún es más importante como líderes, desde el ejemplo podremos preparar a nuestros equipos con planes de contingencia o de salud organizativa. Desde el análisis de los factores de riesgo de estrés en el trabajo y fuera de él hasta formaciones en técnicas individuales para gestionar el estrés, les ayudaremos ante la ansiedad que pueden producir los cambios. Poner el foco en un crecimiento personal y profesional sano no sólo nos proporcionará la adaptación, sino que aportará el valor individual y colectivo necesario en la organización para crecer de una manera sostenible en el tiempo.

Desde el ejemplo podemos preparar a nuestros equipos

En definitiva, si supiéramos lo que va a pasar en las diferentes situaciones que vivimos no podríamos generar nuevas ideas, ni podríamos crecer. Si todo fuera predecible perderíamos nuestra capacidad de innovar y el aburrimiento se apoderaría de nosotros.  Aprovechemos la coyuntura que nos brinda la incertidumbre para abrirnos al aprendizaje colectivo y la reinvención personal y profesional, una vía fantástica para alcanzar la mejor versión del liderazgo inseparable del bienestar.

Autor: 

Francesc Porta Nuñez
Master en couching directivo deportivo y psicologia de alto rendimiento
Licenciado en psicologia y postgrado en gestión de Recursos Humanos

Número de colegiado: 26629